DON
CESAR MORO (Semblanza anunciada)
Ignacio Mª Domínguez
Villavieja de Yeltes fue
quizá, durante algún tiempo, el pueblo de la diócesis civitatense más fecundo
en vocaciones sacerdotales. Allí
precisamente nació nuestro biografiado en el año 1906. Cursa sus estudios en el
seminario de San Cayetano y después en la Universidad, licenciándose en Derecho Canónico,
ordenándose sacerdote en 1929.
La jerarquía le confía,
sucesivamente, la atención de las
parroquias de Saldeana, La Fuente de San Esteban , y finalmente la de El
Sagrario (Cerralbo) en la capital de la diócesis.
Durante la década de los
años 40 desplegó D.César en Ciudad Rodrigo una intensa y plural actividad que
solo una persona de su talla intelectual y de su generosa entrega vocacional
podía desarrollar. Simultaneó el ejercicio de varios e importantes cargos con
acierto y responsabilidad: Titular de la que fuera la parroquia más importante
de la diócesis; profesor del seminario, consiliario de la Adoración Nocturna,
domiciliada en su parroquia; canónigo de la Santa Iglesia Catedral y finalmente
consiliario de la juventud masculina de acción católica de aquellos años
cruciales de la post guerra y cuya intensa actividad merece, obviamente,
nuestra especial consideración.
Al llegar a una edad provecta
y examinar internamente nuestra trayectoria vital podemos descubrir las huellas
de una especial influencia benéfica recibida gracias a otras personas y que han
sido determinantes en nuestra peripecia vital por lo que le debemos eterna
gratitud: así, la familia algún profesor, religioso, sacerdote, empresario,
asesor, amigo, etc… Pues todos aquellos jóvenes de los años 40 creo estamos
incursos en esta grata experiencia y obligados a profesar este testimonio de
gratitud a nuestro mentor Don César.
Todo el programa de
actividades incluidas competiciones organizadas se realizaba en unos amplios
locales cedidos graciosamente por la Obispado: billar, ajedrez, ping pong, baloncesto,
biblioteca fomentando la lectura, actividad teatral que se desarrollaba en el
primer piso (hoy cine juventud) donde siempre permanecía montado el escenario;
misas, conferencias, círculos de estudio, etc… También se editó un boletín
informativo, VITA NOSTRA, que a modo de modesto periódico recogía las crónicas
de las actividades celebradas y anunciaba las siguientes; También se añadía una
especie de artículo editorial siempre de carácter religioso.
Cabe recordar en esta
crónica a la señora Salva, persona que vivía en la planta baja y era la
encargada de distribuir entre los jóvenes, mediante pequeñas cuotas, los
objetos de los juegos, especialmente las bolas de billar. Vivía con su marido
de mucha edad y en silla de ruedas. Ella nos trataba con gran cariño a pesar de
alguna de nuestras travesuras, pero siempre le correspondíamos con gran respeto
y confianza. Hoy la recordamos con especial cariño y gratitud.
Como en conjunto aquellos
años de nuestra ya lejana juventud resultaron muy gratos, surgen espontáneas
aquellos versos de J. Manrique:”…Cómo a nuestro parescer, cualquiera tiempo
pasado fue mejor…”
Marchó Don César en 1950
donde realizó su actividad apostólica dedicando gran parte de su tiempo a la
docencia en los seminarios mexicanos (Mérida, Jucatán México D.F.).
Durante los 17 años de su
estancia allá no nos olvidó. A pesar de la distancia siguió vinculado a Ciudad
Rodrigo, a través de La Voz de Miróbriga que se había iniciado (1952) estando
él ya en México. Muchos artículos escribió distribuidos en dos secciones que
tituló: “Mis Telepáticas” y “ Mis Charlas Balaríes” dedicadas a festividades y
distintos temas variados ( moral, historia, sociología, etc…) que no han
perdido actualidad; Leídos hoy son una delicia.
El año 1967 regresa a Ciudad
Rodrigo donde falleció en Mayo de 1974, y siendo enterrado en el Panteón
familiar del cementerio de Villavieja.
Procede, aunque sea a título
póstumo y en nombre de tantos jóvenes que recibimos sus orientaciones, profesar
nuestra profunda gratitud al virtuoso sacerdote que tanto trabajó, para
transmitirnos en aquellos lejanos y duros tiempos, los principios y valores del
Humanismo Cristino.
Y a sus familiares
residentes en Salamanca y en Madrid les dedicamos idénticos sentimientos envueltos
en una piadosa oración.
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