JORNADA FINAL
CONGRESO GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1984)
Ignacio Mª Domínguez
Como remate a mis recientes
artículos, relativos al Bicentenario, he juzgado oportuno y de gran interés dar
a conocer y perpetuar en nuestra Voz de Miróbriga el poema emotivo que el
insigne poeta salmantino Jesús Rasueros († 1986) compuso como Ofrenda y
despedida al término del primer congreso sobre la Guerra de la Independencia
(agosto 1984).
Su origen tiene una pequeña
historia. Este poeta, siempre tan interesado por todo lo de Ciudad Rodrigo,
había escrito su asistencia al mismo, aprovechando la cual la comisión de la
Organización del Congreso, con el alcalde Miguel Cid a la cabeza ya en víspera
de la clausura le suplicó su participación en la misma como acto final y que iba
a tener lugar junto al monumento a D. Julián Sánchez “el Charro” y en la subida
a la muralla desde la plaza de Herrasti, a continuación de la misa coral que se
celebraría en la catedral. No solo aceptó gustoso sino que en algún sitio
escribió: “Gracias a los organizadores que tuvieron la amabilidad de admitirme
al filo de la “hora nona” y al alcalde del Excmo. Ayuntamiento, ya que en
prueba de confianza en mis posibilidades y de amistad me designaran, sobre la
marcha, para cerrar el acto de clausura ante el monumento de “el Charro”.
Fineza por la que he quedado enormemente agradecido a mi buen amigo Miguel
Cid.”
Teniendo en cuenta la condición
de gran parte del auditorio hubo que hacer una versión en inglés que se
repartió entre los asistentes, para mejor comprensión del poema y para el
recuerdo. Lo hizo con suma urgencia Angélica, la esposa de José Enrique de
Uhagón Foxá, familia benemérita de Ciudad Rodrigo por sus muchos servicios.
Precisamente en aquella ocasión pusieron, desinteresadamente, a disposición del
Congreso su monasterio de la Caridad, como lugar histórico donde se celebró
gran parte del congreso y donde por cierto D. José Enrique de Uhagón desarrolló
una interesante comunicación que llevaba por título: “La Caridad durante la
Guerra de la Independencia”. (Aprovechamos este momento para reiterar a esta
querida familia en nombre de nuestro pueblo el testimonio de nuestra gratitud).
Tras un contacto, intenso y
creativo del vate con su musa, se produjo el alumbramiento de esta preciosa
criatura
OFRENDA Y
DESPEDIDA
Hemos llegado al fin y en esta
cima
del adios compartido,
tras revivir la historia a
borbotones,
de la guerra y los sitios;
de tener, en los labios del
presente,
como un sueño infinito,
los brotes del ayer, en el
milagro
de que estos ojos limpios
contemplen, con el pulso de la
vida,
los hijos de los hijos
de Wellesley, Clauzel, junto a
Massena
y Andrés Pérez de Herrasti,
ornando el hito
que erigiera el valor de todo un
pueblo
para el Charro de pro, que fue
caudillo.
Cabalgador eterno de la piedra
en ronda vigilante ¡ Qué
prodigio!
les ves juntos aquí, sin
elegía.,
vencedores, vencidos
por el amor que allana los
collados
y florece de rosa los espinos.
Polifonía de diversas voces
que, en un canto de paz, se hicieron nido,
para que solo mil palomas
blancas
ayunten catedral, foso y
castillo.
¡Guerrillero! Sujeta tu caballo.
¿Oiste lo que han dicho los
doctos de la Historia,
que el pisar de tus huellas han
seguido?
Reviven la lección que te dio
hechura
y al rendirte tributo en el mutismo
del tiempo que corroe,
impenitente:
“¡Descabalga!” es su grito.
“No hace falta que sigas tras la
honra,
que hoy la justicia de los
eruditos,
aquella que fue pálpito del
pueblo,
y te negaron, torpes, los
políticos”.
“Lo escuchas en francés, el
mejor lauro,
también en Portugal lo hemos
oído
y en el inglés del Reino y las
Américas,
al paso de dos siglos”.
¿Quién les podrá pagar tal
galanura?
Venir es sacrificio
y han cortado unas flores en
recuerdo
de tantos heroísmos,
como en la entraña viva de la
Historia,
celas Ciudad Rodrigo.
¡Qué pobres son mis versos
Para decir: “¡Adios, adios
amigos!”
Un somero análisis de este texto
detenta nuevamente la estima de aquellos altos valores que en anterior escrito
habían ensalzado con sincero testimonio altos personajes. Vuelven a quedar
patente: La amistad, el heroísmo, la paz, la justicia, etc.
Por otra parte, solo este broche
de oro del congreso justificaría, sobradamente, aquellas duras reivindicaciones
mediáticas y políticas que hubo que librar en los años ochenta, para conseguir
que los restos de “nuestro” D. Julián Sánchez “el Charro” reposara
definitivamente en su sitio:
CIUDAD RODRIGO
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