CONSIDERACIONES
EN TORNO AL EPISODIO MIROBRIGENSE SOBRE LA INDEPENDENCIA (I)
Ignacio Mª Domínguez
Como colofón a la crónica general
descrita en los artículos precedentes, relativa a las conmemoraciones
celebradas en nuestra ciudad sobre la Guerra de la Independencia, trato de
reflexionar hoy sobre aquella conducta ejemplarizante de nuestros valerosos y
admirados predecesores.
Observamos hoy en nuestra
sociedad una crisis moral de los altos valores humanos: Fe, patriotismo, paz,
amistad, heroísmo, justicia, vida, familia, etc. todos ellos están,
desgraciadamente infravalorados. Si, como dice Cicerón, la historia es la
maestra de la vida, aquellos hechos de nuestro pasado histórico nos han dejado
la suprema lección que nos puede conducir a la regeneración espiritual de esos
valores.
En estos días cobra especial
actualidad en nuestra patria la lucha por la independencia; hay quienes quieren
romper nuestra secular unidad nacional que se salvó, con honor simpar, hace
ahora doscientos años. Dentro de nuestra propia nación, políticos mediocres y
ambiciosos de una región, pretenden convencer a pequeños sectores sociales de
la conveniencia de su separación de España. Ahora la enseñanza emotiva de
aquellos heroicos conciudadanos nos compromete a defender, con contundencia, si
no con armas, pero sí con nuestro ordenamiento jurídico, la integridad de
nuestra patria. Ahí quedan testimonios de autores egregios: “Los pueblos que
saben morir defendiendo su independencia, cumplen con el deber más sagrado de
la ciudadanía” (Angel Aznar, Teniente General y Ministro de la Guerra. Avante
1910 página 3).
“Fortísimo crisol de amor a la
patria fue la heroica Ciudad Rodrigo en la tristísima época que, después de un
siglo, se conmemora” (Tomás Bretón en Avante 1910, página 24).
“Si alguien atenta contra la
independencia española, de Norte a Sur y de Oriente a Occidente, cumpla su
deber cada pueblo y cada guarnición de España, como lo cumplió Ciudad Rodrigo”
(Miguel Primo de Rivera, Avante 1910, página 11).
El heroísmo es la virtud
comúnmente mas destacada por cuantos expresan su testimonio personal en las
conmemoraciones. Dos ejemplos: 1.- “Hoy sin odio de pueblos afortunadamente
extinguido, debemos rendir tributo de admiración a quienes enaltecieron el
nombre español conquistando, para la historia, lauros inmarcesibles y dejando a
las generaciones sucesivas tan altos EJEMPLOS DE VIRTUDES CIVICAS” M. García
Prieto. Ministro de Estado. (Avante 1910, página 3).
2.- “ ¡ Ciudad Rodrigo! En todo pecho
español tiene un altar este nombre glorioso que es en la historia símbolo de
lealtad, fortaleza, abnegación, y HEROISMO”. El Marqués del Turia (Avante 1910,
página 10).
Otro valor que trasciende entre
los testimonios aludidos, es la PAZ: Ese estado de quietud y tranquilidad individual
o social, ausente lamentablemente hoy en grandes espacios de la humanidad y que
es ideal para el progreso de las personas y de los pueblos. Así termina, como
consigna, la letra del Himno a Ciudad Rodrigo: “En empresas de Paz y trabajo,
te prometen tus hijos triunfar”.
Leo un nuevo testimonio debido a
la pluma de Luis Román (Avante 1910) poeta premiado en los Juegos Florales de
Salamanca. Es un precioso poema muy corto pero muy bello y de gran profundidad:
“Ayer en mi heredad,
vieja granada
desenterró la reja
curva y punzante de
mi tosco arado;
era al oscurecer y en
la sedienta
llanura parda que el
restrojo eriza
PAZ todo era.
Un hijo mío que me
acompañaba
padre- me preguntó-
será francesa?
Y penetrado de la paz
solemne
que manaban los
cielos y la tierra,
paz que en las almas
enraiza amores
y que en las almas
enraiza penas
le contesté: -Hijo
mío, mira al cielo;
¡Para él no hay alma
que extranjera sea!
En la sesión de la inauguración
del 1º Congreso internacional de la Guerra de la Independencia (Ciudad Rodrigo
1984) se me encargó la presentación de los descendientes, allí presentes, de
los protagonistas de aquella contienda: Herrasti, Massena, Wellington, Teniente
Rei, Clauzel. Tras una pequeña glosa terminé con estas palabras: “ Para ellos
nuestro agradecimiento y vinculados por la progresión que el peso del tiempo
nos ha proporcionado, también nuestro orgullo. Que estas presencias, hogaño
disfrutadas, de Ingleses, Franceses de Portugal y de España sirvan de acicate
hacia la consecución de metas supranacionales, porque el amor se centuplica
cuando este es compartido por más y más corazones y el corazón es tan ciego en
su generosidad que no conoce lenguas, ni regímenes, ni fronteras.
Finalicé, con un brindis por la
amistad, citando los versos del Poeta de los Sitios, Jesús Rasueros, salidos de
lo profundo de su alma, como glosa de habernos dado Francia, para reina de
nuestras fiestas (1965) a la hija de su Embajador en España.
“Hemos llegado al hoy sobre la
gesta. Las cadenas de ayer florecen en guirnaldas de amistad y convivencia”
La paz, llamó a tu
puerta,
son cien años –del
drama- y medio siglo.
Parécenos un sueño y
duele hablar de guerra
si el invasor de ayer
hoy en amigo.
Si una rosa de
Francia
-soberana de amor,
hada de olvidos-
se sentara en el trono
de Miróbriga,
a golpe de hermosura
y optimismo…”
Podemos hoy confirmar el
logrado fruto de esa amistad con nuestra vecina nación. En los últimos años su
positiva colaboración para lucha contra esa lacra del terrorismo ha sido fiel
en esa amistad. Por ello y por otros momentos de mutua coincidencia en política
europea, en busca de la paz, hemos de expresar a nuestros vecinos el testimonio
de nuestra gratitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario