martes, 20 de noviembre de 2012

13.- JORNADA FINAL CONGRESO GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1984)



JORNADA FINAL CONGRESO GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1984)

Ignacio Mª Domínguez


Como remate a mis recientes artículos, relativos al Bicentenario, he juzgado oportuno y de gran interés dar a conocer y perpetuar en nuestra Voz de Miróbriga el poema emotivo que el insigne poeta salmantino Jesús Rasueros († 1986) compuso como Ofrenda y despedida al término del primer congreso sobre la Guerra de la Independencia (agosto 1984).
Su origen tiene una pequeña historia. Este poeta, siempre tan interesado por todo lo de Ciudad Rodrigo, había escrito su asistencia al mismo, aprovechando la cual la comisión de la Organización del Congreso, con el alcalde Miguel Cid a la cabeza ya en víspera de la clausura le suplicó su participación en la misma como acto final y que iba a tener lugar junto al monumento a D. Julián Sánchez “el Charro” y en la subida a la muralla desde la plaza de Herrasti, a continuación de la misa coral que se celebraría en la catedral. No solo aceptó gustoso sino que en algún sitio escribió: “Gracias a los organizadores que tuvieron la amabilidad de admitirme al filo de la “hora nona” y al alcalde del Excmo. Ayuntamiento, ya que en prueba de confianza en mis posibilidades y de amistad me designaran, sobre la marcha, para cerrar el acto de clausura ante el monumento de “el Charro”. Fineza por la que he quedado enormemente agradecido a mi buen amigo Miguel Cid.”
Teniendo en cuenta la condición de gran parte del auditorio hubo que hacer una versión en inglés que se repartió entre los asistentes, para mejor comprensión del poema y para el recuerdo. Lo hizo con suma urgencia Angélica, la esposa de José Enrique de Uhagón Foxá, familia benemérita de Ciudad Rodrigo por sus muchos servicios. Precisamente en aquella ocasión pusieron, desinteresadamente, a disposición del Congreso su monasterio de la Caridad, como lugar histórico donde se celebró gran parte del congreso y donde por cierto D. José Enrique de Uhagón desarrolló una interesante comunicación que llevaba por título: “La Caridad durante la Guerra de la Independencia”. (Aprovechamos este momento para reiterar a esta querida familia en nombre de nuestro pueblo el testimonio de nuestra gratitud).
Tras un contacto, intenso y creativo del vate con su musa, se produjo el alumbramiento de esta preciosa criatura

OFRENDA Y DESPEDIDA


Hemos llegado al fin y en esta cima
del adios compartido,
tras revivir la historia a borbotones,
de la guerra y los sitios;
de tener, en los labios del presente,
como un sueño infinito,
los brotes del ayer, en el milagro
de que estos ojos limpios
contemplen, con el pulso de la vida,
los hijos de los hijos
de Wellesley, Clauzel, junto a Massena
y Andrés Pérez de Herrasti, ornando el hito
que erigiera el valor de todo un pueblo
para el Charro de pro, que fue caudillo.
Cabalgador eterno de la piedra
en ronda vigilante ¡ Qué prodigio!
les ves juntos aquí, sin elegía.,
vencedores, vencidos
por el amor que allana los collados
y florece de rosa los espinos.
Polifonía de diversas voces
que,  en un canto de paz, se hicieron nido,
para que solo mil palomas blancas
ayunten catedral, foso y castillo.
¡Guerrillero! Sujeta tu caballo.
¿Oiste lo que han dicho los doctos de la Historia,
que el pisar de tus huellas han seguido?
Reviven la lección que te dio hechura
y  al rendirte tributo en el mutismo
del tiempo que corroe, impenitente:
“¡Descabalga!” es su grito.
“No hace falta que sigas tras la honra,
que hoy la justicia de los eruditos,
aquella que fue pálpito del pueblo,
y te negaron, torpes, los políticos”.
“Lo escuchas en francés, el mejor lauro,
también en Portugal lo hemos oído
y en el inglés del Reino y las Américas,
al paso de dos siglos”.
¿Quién les podrá pagar tal galanura?
Venir es sacrificio
y han cortado unas flores en recuerdo
de tantos heroísmos,
como en la entraña viva de la Historia,
celas Ciudad Rodrigo.
¡Qué pobres son mis versos
Para decir: “¡Adios, adios amigos!”

Un somero análisis de este texto detenta nuevamente la estima de aquellos altos valores que en anterior escrito habían ensalzado con sincero testimonio altos personajes. Vuelven a quedar patente: La amistad, el heroísmo, la paz, la justicia, etc.
Por otra parte, solo este broche de oro del congreso justificaría, sobradamente, aquellas duras reivindicaciones mediáticas y políticas que hubo que librar en los años ochenta, para conseguir que los restos de “nuestro” D. Julián Sánchez “el Charro” reposara definitivamente en su sitio:
CIUDAD RODRIGO




lunes, 5 de noviembre de 2012

12.- EPISODIO MIROBRIGENSE (II)



CONSIDERACIONES EN TORNO AL EPISODIO MIROBRIGENSE SOBRE LA INDEPENDENCIA    (y II)

Ignacio Mª Domínguez


Si reflexionamos sobre la heroica defensa de la plaza de Ciudad Rodrigo descubriremos un doble y profundo sentimiento, religioso y de independencia. Estos dimanaban, espontáneamente, de la Junta de Armamento y defensa de Ciudad Rodrigo, que se había constituido en 1810 ante la proximidad de las tropas francesas y que integró en su seno a los representantes de los tres estamentos que componían entonces la sociedad: Religioso, Militar y Civil. La presidía el gobernador militar de la plaza (General Herrasti) y varios militares. Le seguía el obispo Fray Benito Uría, con canónigos, beneficiados, párrocos, Priores de los conventos que había entonces en la ciudad y el Regidor de la ciudad con personal civil. En total 35.
Movidos por la fe y el sentido patriótico, la guarnición entera luchó contra el ejército más poderoso de la época repitiendo otras batallas libradas por idénticos ideales.
Solo tras una resistencia heroica mantenida durante 75 días y agotados todos los recursos bélicos y económicos, se produjo la capitulación; que no se extendió por escrito con las formalidades de costumbre sino solo bajo la garantía de la mano y la palabra de honor que dio de ella al Gobernador Herrasti, el Mariscal Ney en presencia de sus generales, el Estado Mayor y jefes de la plaza. Una de las dolorosas condiciones de esta capitulación era que los defensores serían conducidos  a Francia en calidad de prisioneros.
Conquistada la plaza por los franceses, no se comportaron tan mal éstos con el estamento militar (Herrasti y sus oficiales) pero sí con las personalidades eclesiásticas de la junta de defensa. En su historia Mateo Hernández Vegas (Tomo II capítulo XXVIII, página 335) describe minuciosamente la saña y vejaciones con que fueron tratados: encarcelamientos, destierro, humillaciones con la designación de nuevos prebendados nombrados por el intruso rey José, etc. Resumiendo: La clerofobia gala.
El estado en que había quedado Ciudad Rodrigo lo describe Masena cuando entra en la plaza y afirma “No puede formarse idea del estado en que ha quedado Ciudad Rodrigo. Todo yace por tierra y destrozado; no hay una casa intacta”.
Los máximos representantes de la junta: Herrasti, D. José María del Hierro y Don Julián Sánchez, sufrieron en mayor grado las consecuencias de su valerosa actuación reconocida incluso por los vencedores.
Las Cortes de Cádiz expidieron un decreto el 30 de junio de 1811 con seis puntos que conformaban un sensato programa de restauración material y moral de la plaza y sus heroicos defensores.
Quizá por incomprensible incumplimiento de algún punto del decreto o por alguna otra causa, el caso es que hemos encontrado testimonios que denuncian el posterior abandono y olvido de todos por parte de la administración.
José Ramón y Laca en su obra EL GENERAL PEREZ DE HERRASTI (Capítulo VII) habla de la repatriación en lamentable estado físico y moral de Herrasti, obligado a una depuración humillante de la que salió reforzado y no obstante este injustificado maltrato y falta de aprecio del mérito contraído por el ínclito general en la defensa de Ciudad Rodrigo se impone la verdad y se restablece la justicia rehabilitándolo el rey Fernando VII en su empleo y el ascenso a Teniente General.

D. Julián fue ascendido a brigadier y terminada la guerra se le concedió “Un sable de honor” pero -dice Pereira- aparte de esta honorífica distinción no volvió a merecer ascenso ni merced real. Herrasti murió en Barcelona siendo gobernador militar y político de la ciudad condal. Pero las solicitudes que ambos habían tramitado de otras concesiones, no fueron atendidas y si concedidas a otros con méritos inferiores. Sin embargo el Rey de Francia le concedió la condecoración de la Orden de Lis en base a su ejemplar defensa de la plaza.
En 1888 en el semanario “La Voz de la Frontera”, con motivo de la visita de la Infanta Isabel a Ciudad Rodrigo, invocaba su positiva influencia, encaminada a conseguir una era más feliz para nuestra abatida ciudad. Y le recuerda: “Ciudad Rodrigo vive hoy sufriendo las graves consecuencias de ser plaza fuerte pero sin disfrutar, por lo desatendido que está, de un pueblo fortificado y militar”. Y le dedica este sentido soneto anónimo

A MIROBRIGA

Derrumbado coloso de grandeza
que duermes olvidado de la historia,
rincón donde se guarda la memoria
de los héroes de insigne fortaleza.
Emporio en otro tiempo de nobleza
que coronó el laurel de la victoria,
pueblo leal cuya preclara gloria
empieza allí donde tu nombre empieza.
Hoy, que pisando el polvo ennegrecido,
tu recinto recorre ilustre dama,
un instante no más sal del olvido
para mostrarte digno de tu fama.
Fiel a tus Reyes en la historia has sido;
despierta pueblo, tu lealtad te llama.

Pereira en la Iberia (1910)se expresa así:  “…que Herrasti en prisión de Macón, como Don Julián en Salamanca y en Etreros y tantos otros honraron y enaltecen el nombre de la patria tuvieron también sus días de amargura y tristezas merced a la ingratitud de los hijos de esa patria a la que honraron con sus sacrificios y heroísmos”. Y al final de este artículo en el propio ejemplar de su puño y letra añade esta terrible frase: “Que por una paradoja inexplicable va siendo ya axiomático en esta tierra de la proverbial hidalguía que sea la ingratitud y el olvido la obligada recompensa de los grandes héroes.
En el himno a Ciudad Rodrigo hay un texto que dice: ¡Oh! Miróbriga augusta no llores  de la patria el ingrato desdén.
Por su parte el ayuntamiento de Ciudad Rodrigo ha sabido valorar la gesta heroica de sus ancestros en aquellas fechas. Y le ha dedicado ininterrumpidas conmemoraciones y monumentos como escribíamos en anteriores artículos. Asimismo varias calles de la ciudad  están rotuladas por los representantes de aquella lucha sin igual: Pérez de Herrasti, José María del Hierro, Julián Sánchez, Deán Aparicio, Ciego sabino, Lorenza Iglesias, etc.

11.- EPISODIO MIROBRIGENSE




CONSIDERACIONES EN TORNO AL EPISODIO MIROBRIGENSE SOBRE LA INDEPENDENCIA    (I)

Ignacio Mª Domínguez


Como colofón a la crónica general descrita en los artículos precedentes, relativa a las conmemoraciones celebradas en nuestra ciudad sobre la Guerra de la Independencia, trato de reflexionar hoy sobre aquella conducta ejemplarizante de nuestros valerosos y admirados predecesores.
Observamos hoy en nuestra sociedad una crisis moral de los altos valores humanos: Fe, patriotismo, paz, amistad, heroísmo, justicia, vida, familia, etc. todos ellos están, desgraciadamente infravalorados. Si, como dice Cicerón, la historia es la maestra de la vida, aquellos hechos de nuestro pasado histórico nos han dejado la suprema lección que nos puede conducir a la regeneración espiritual de esos valores.
En estos días cobra especial actualidad en nuestra patria la lucha por la independencia; hay quienes quieren romper nuestra secular unidad nacional que se salvó, con honor simpar, hace ahora doscientos años. Dentro de nuestra propia nación, políticos mediocres y ambiciosos de una región, pretenden convencer a pequeños sectores sociales de la conveniencia de su separación de España. Ahora la enseñanza emotiva de aquellos heroicos conciudadanos nos compromete a defender, con contundencia, si no con armas, pero sí con nuestro ordenamiento jurídico, la integridad de nuestra patria. Ahí quedan testimonios de autores egregios: “Los pueblos que saben morir defendiendo su independencia, cumplen con el deber más sagrado de la ciudadanía” (Angel Aznar, Teniente General y Ministro de la Guerra. Avante 1910 página 3).
“Fortísimo crisol de amor a la patria fue la heroica Ciudad Rodrigo en la tristísima época que, después de un siglo, se conmemora” (Tomás Bretón en Avante 1910, página 24).
“Si alguien atenta contra la independencia española, de Norte a Sur y de Oriente a Occidente, cumpla su deber cada pueblo y cada guarnición de España, como lo cumplió Ciudad Rodrigo” (Miguel Primo de Rivera, Avante 1910, página 11).
El heroísmo es la virtud comúnmente mas destacada por cuantos expresan su testimonio personal en las conmemoraciones. Dos ejemplos: 1.- “Hoy sin odio de pueblos afortunadamente extinguido, debemos rendir tributo de admiración a quienes enaltecieron el nombre español conquistando, para la historia, lauros inmarcesibles y dejando a las generaciones sucesivas tan altos EJEMPLOS DE VIRTUDES CIVICAS” M. García Prieto. Ministro de Estado. (Avante 1910, página 3).
                                                                                       2.- “ ¡ Ciudad Rodrigo! En todo pecho español tiene un altar este nombre glorioso que es en la historia símbolo de lealtad, fortaleza, abnegación, y HEROISMO”. El Marqués del Turia (Avante 1910, página 10).
Otro valor que trasciende entre los testimonios aludidos, es la PAZ: Ese estado de quietud y tranquilidad individual o social, ausente lamentablemente hoy en grandes espacios de la humanidad y que es ideal para el progreso de las personas y de los pueblos. Así termina, como consigna, la letra del Himno a Ciudad Rodrigo: “En empresas de Paz y trabajo, te prometen tus hijos triunfar”.
Leo un nuevo testimonio debido a la pluma de Luis Román (Avante 1910) poeta premiado en los Juegos Florales de Salamanca. Es un precioso poema muy corto pero muy bello y de gran profundidad:

“Ayer en mi heredad, vieja granada
desenterró la reja
curva y punzante de mi tosco arado;
era al oscurecer y en la sedienta
llanura parda que el restrojo eriza
PAZ todo era.
Un hijo mío que me acompañaba
padre- me preguntó- será francesa?
Y penetrado de la paz solemne
que manaban los cielos y la tierra,
paz que en las almas enraiza amores
y que en las almas enraiza penas
le contesté: -Hijo mío, mira al cielo;
¡Para él no hay alma que extranjera sea!

En la sesión de la inauguración del 1º Congreso internacional de la Guerra de la Independencia (Ciudad Rodrigo 1984) se me encargó la presentación de los descendientes, allí presentes, de los protagonistas de aquella contienda: Herrasti, Massena, Wellington, Teniente Rei, Clauzel. Tras una pequeña glosa terminé con estas palabras: “ Para ellos nuestro agradecimiento y vinculados por la progresión que el peso del tiempo nos ha proporcionado, también nuestro orgullo. Que estas presencias, hogaño disfrutadas, de Ingleses, Franceses de Portugal y de España sirvan de acicate hacia la consecución de metas supranacionales, porque el amor se centuplica cuando este es compartido por más y más corazones y el corazón es tan ciego en su generosidad que no conoce lenguas, ni regímenes, ni fronteras.
Finalicé, con un brindis por la amistad, citando los versos del Poeta de los Sitios, Jesús Rasueros, salidos de lo profundo de su alma, como glosa de habernos dado Francia, para reina de nuestras fiestas (1965) a la hija de su Embajador en España.
“Hemos llegado al hoy sobre la gesta. Las cadenas de ayer florecen en guirnaldas de amistad y convivencia”

La paz, llamó a tu puerta,
son cien años –del drama- y medio siglo.
Parécenos un sueño y duele hablar de guerra
si el invasor de ayer hoy en amigo.
Si una rosa de Francia
-soberana de amor, hada de olvidos-
se sentara en el trono de Miróbriga,
a golpe de hermosura y optimismo…”

Podemos hoy confirmar el logrado fruto de esa amistad con nuestra vecina nación. En los últimos años su positiva colaboración para lucha contra esa lacra del terrorismo ha sido fiel en esa amistad. Por ello y por otros momentos de mutua coincidencia en política europea, en busca de la paz, hemos de expresar a nuestros vecinos el testimonio de nuestra gratitud.