MATANZAS
Por Don Ignacio Mª Domínguez
De algún tiempo a esta parte,
como viene reflejando con profusión
gráfica, toda la prensa regional,
asistimos a la transformación de una inveterada costumbre que era como un pequeña
fiesta privada y familiar. Así era considerada la matanza de los cerdos que se
prodigaba por distintos puntos de nuestra ciudad y cuyo efecto iba a constituir
la principal despensa anual de la familia o, como expresaban las mujeres de
aquellos lejanos tiempos el “arreglo de la casa”.
La evolución de los tiempos y
sobre todo el desarrollo industrial han determinado la casi desaparición de
este suceso que ahora muchos ayuntamientos, incluido el nuestro, con la loable
intención de conservar la tradicional costumbre la han institucionalizado como
pequeño festejo público, con asistencia a veces de personalidades, ejerciendo
su atractivo turístico y sus benéficas consecuencias económicas a través de la
publicidad de los deliciosos productos del cerdo ibérico.
Nuestro querido Director de La
Voz, me manifestó, hace algún tiempo, sus deseos de que publicáramos algún
escrito de aquel benemérito historiador local, el celoso párroco de Santa
Marina, Don Jesús Pereira, cuya biografía y obra me había ocupado
recientemente. Consecuentemente hoy, teniendo en cuenta la actualidad del epígrafe
de este artículo, me ha parecido muy oportuno ofrecerle una de aquellas “Hojas Volanderas” que incluía Don Jesús en
su publicación quincenal de la Hoja Dominical. Narra en ella, con singular
gracejo, la escena completa que daba vida al acontecimiento, rodeada de todos
los personajes imprescindibles para la faena. Siempre ilustraban ésta con
alguna picardía que sufriría algún joven asistente ignorante que provocaba la
risa de toda la cuadrilla laboral. Puntualizo que el fundamento de sus Hojas
Volanderas lo constituía la defensa de la moral y buenas
costumbres que el párroco del
puente divulgaba a través de la palabra
escrita, esto queda patente en el siguiente artículo.
EL
ACALCADOR DE LO FARINATOS
Jesús Pereira
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