viernes, 25 de mayo de 2012

2.- DE SENECTUTE


                                                               DE SENECTUTE

                                                                                                               Por Ignacio Mª Domínguez

Hace unos días y a través de la Red  recibo de un amigo un mensaje que contiene unas optimistas reflexiones y sabias sentencias enalteciendo la vejez. En principio su lectura me ha evocado aquellos años, ya lejanos, en que cursamos las humanidades clásicas (lamentablemente ausentes, en la actualidad, de los programas educativos) y que, con gran ilusión, dedicábamos a la traducción y análisis de los textos de las literaturas latina y griega. Entre ellas estaba el famoso tratado “de senectute” de Cicerón. En él su autor pone en boca de Catón –un viejo de 84 años- una serie de razones que, unidas a la intensa  actividad del sabio anciano, causaron la admiración de los jóvenes Escipión y Lelio dialogantes con el maestro al que le exponían sus argumentos menospreciando la vejez. Como respuesta escuchan la alta valoración de esa edad y sus no pequeñas virtudes. Este debate eterno  entre las edades obtiene del sabio una teórica y auténtica apología de la vejez y un práctico tratado de”Gerogia” (del griego) sobre el arte de aprender a envejecer manteniendo la calidad de vida. Y cito al octogenario: “Es preciso llevar un control de la salud; hay que practicar ejercicios moderados; hay que tomar la cantidad de comida y bebida conveniente para reparar  las fuerzas, no para ahogarlas…” Como se ve prácticas de conducta que resultan de plena actualidad  a pesar de estar escritas cuarenta años antes de la era cristiana y que prescribe y recomienda la moderna Gerontología.                                                                                                                          Arguyen los jóvenes: “La vejez aparta de las  actividades físicas” Respuesta de Cicerón, por boca de Catón: -“Las grandes cosas no se hacen con las fuerzas , la rapidez  o la agilidad del cuerpo sino mediante el consejo, la autoridad y la opinión, cosas de las que la vejez lejos de estar huérfana prodiga en abundancia. Siguen los jóvenes :--“La memoria disminuye” . ---“esto es verdad solo en parte, porque hay ancianos ilustres que han exhibido una feliz memoria como Sofocles, declamando ante los jueces pasajes enteros de Edipo en Colona…”                          Hoy  podemos añadir a ese argumento el ejemplo de autores eminentes que han desarrollado, hasta el límite de su larga vida,  actividades científicas, artísticas o literarias: Goethe concluyó  Fausto a los 82 años; Tiziano pintó obras a los 98 años; el venezolano  Jacinto Convit está a punto de concretar el desarrollo de una vacuna contra el cáncer a los 90 años.  Stravinsky, aquel excepcional compositor  y director y pianista virtuoso  compuso alguna de sus obras a los 85 años. Y dejó escrito este bello pensamiento: --“Cuando ya se han cumplido 80 años –o estamos cercanos—todo contemporáneo es amigo” .Nuestro  genial Gerardo Diego escribió su última obra a los 90 años…
Y así podíamos seguir  relacionando, indefinidamente, una larga lista  en apoyo del argumento.   Por mi parte y por experiencia personal he podido constatar que, desde que llegué a esa que ahora  se denomina, eufemísticamente (no se porqué) 3ª Edad, he podido proseguir  con actividades y aficiones muy gratificantes, léanse literarias,históricas ,musicales, de las  que durante mi vida laboral y por imperativo de las circunstancias (primum vivere deinde philosophari)  tuve que prescindir necesariamente.   
                Al margen de las distintas definiciones de la vejez: Edad cronológica, edad del retiro, edad funcional, etc. Podemos concluir, generalizando, que es una etapa vital que, al transcurrir del tiempo, produce efectos en la persona que sigue acumulando experiencia humana fecunda y por ello positiva para el desarrollo individual y social. Seamos, pues, optimistas. ¡ Adelante compañeros de la “cofradía” de los octogenarios! Seamos optimistas y encaremos el futuro invirtiendo en la buena dirección la rica experiencia acumulada.
Desearía que estas reflexiones sirvan de aliento a mis “amigos que han cumplido 80 años o estén cercanos” para influir, benéficamente, en nuestro entorno social, sobre todo entre los jóvenes, para intentar conseguir esa paz y convivencia que está pidiendo a gritos nuestra sociedad.-

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