DE SENECTUTE
Por Ignacio Mª Domínguez
Hace unos días y a través de la Red recibo de un amigo un mensaje que contiene
unas optimistas reflexiones y sabias sentencias enalteciendo la vejez. En
principio su lectura me ha evocado aquellos años, ya lejanos, en que cursamos
las humanidades clásicas (lamentablemente ausentes, en la actualidad, de los
programas educativos) y que, con gran ilusión, dedicábamos a la traducción y
análisis de los textos de las literaturas latina y griega. Entre ellas estaba
el famoso tratado “de senectute” de Cicerón. En él su autor pone en boca de
Catón –un viejo de 84 años- una serie de razones que, unidas a la intensa actividad del sabio anciano, causaron la
admiración de los jóvenes Escipión y Lelio dialogantes con el maestro al que le
exponían sus argumentos menospreciando la vejez. Como respuesta escuchan la
alta valoración de esa edad y sus no pequeñas virtudes. Este debate eterno entre las edades obtiene del sabio una
teórica y auténtica apología de la vejez y un práctico tratado de”Gerogia” (del
griego) sobre el arte de aprender a envejecer manteniendo la calidad de vida. Y
cito al octogenario: “Es preciso llevar un control de la salud; hay que
practicar ejercicios moderados; hay que tomar la cantidad de comida y bebida
conveniente para reparar las fuerzas, no
para ahogarlas…” Como se ve prácticas de conducta que resultan de plena
actualidad a pesar de estar escritas
cuarenta años antes de la era cristiana y que prescribe y recomienda la moderna
Gerontología. Arguyen los
jóvenes: “La vejez aparta de las
actividades físicas” Respuesta de Cicerón, por boca de Catón: -“Las
grandes cosas no se hacen con las fuerzas , la rapidez o la agilidad del cuerpo sino mediante el consejo,
la autoridad y la opinión, cosas de las que la vejez lejos de estar huérfana
prodiga en abundancia. Siguen los jóvenes :--“La memoria disminuye” . ---“esto
es verdad solo en parte, porque hay ancianos ilustres que han exhibido una
feliz memoria como Sofocles, declamando ante los jueces pasajes enteros de
Edipo en Colona…” Hoy
podemos añadir a ese argumento el
ejemplo de autores eminentes que han desarrollado, hasta el límite de su larga
vida, actividades científicas, artísticas
o literarias: Goethe concluyó Fausto a
los 82 años; Tiziano pintó obras a los 98 años; el venezolano Jacinto Convit está a punto de concretar el
desarrollo de una vacuna contra el cáncer a los 90 años. Stravinsky, aquel excepcional compositor y director y pianista virtuoso compuso alguna de sus obras a los 85 años. Y
dejó escrito este bello pensamiento: --“Cuando ya se han cumplido 80 años –o
estamos cercanos—todo contemporáneo es amigo” .Nuestro genial Gerardo Diego escribió su última obra
a los 90 años…
Y así podíamos seguir
relacionando, indefinidamente, una larga lista en apoyo del argumento. Por mi parte y por experiencia personal he
podido constatar que, desde que llegué a esa que ahora se denomina, eufemísticamente (no se porqué)
3ª Edad, he podido proseguir con
actividades y aficiones muy gratificantes, léanse literarias,históricas
,musicales, de las que durante mi vida
laboral y por imperativo de las circunstancias (primum vivere deinde
philosophari) tuve que prescindir
necesariamente.
Al
margen de las distintas definiciones de la vejez: Edad cronológica, edad del
retiro, edad funcional, etc. Podemos concluir, generalizando, que es una etapa
vital que, al transcurrir del tiempo, produce efectos en la persona que sigue
acumulando experiencia humana fecunda y por ello positiva para el desarrollo
individual y social. Seamos, pues, optimistas. ¡ Adelante compañeros de la
“cofradía” de los octogenarios! Seamos optimistas y encaremos el futuro
invirtiendo en la buena dirección la rica experiencia acumulada.
Desearía que estas reflexiones sirvan de aliento a mis
“amigos que han cumplido 80 años o estén cercanos” para influir, benéficamente,
en nuestro entorno social, sobre todo entre los jóvenes, para intentar
conseguir esa paz y convivencia que está pidiendo a gritos nuestra sociedad.-
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